Category: Práctica Budista ~ Translator: Claudio Sabogal
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Esta es la segunda parte de mi charla “Tomando Atajos Morales: ¿Es el Budismo Compatible Con la Vida del Siglo XXI?”. Abordo este tema en respuesta a una pregunta enviada por un oyente, que compartí en su totalidad al comienzo del primer episodio. En la primera parte hablé sobre el estrés moral que surge de vivir una vida moderna, donde casi cada decisión que tomamos se convierte en una elección moral. Hablé de cómo abandonar el hogar –o el monacato– fue la prescripción del Budismo temprano para evitar el estrés moral, y luego de cómo el ideal del bodhisattva Mahayana se convirtió en un modelo para la práctica laica. En este episodio abordo el tema del estrés moral y cómo podemos practicar en medio de él para liberarnos de dukkha, o sufrimiento.
Contenido
- El Estrés Moral del Bodhisattva
- ¿Qué Significa “Hacer lo Mejor que Podamos”?
- Practicar Mientras “Tomamos Atajos Morales”
- ¿Estrés Moral sin Dukkha?
El Estrés Moral del Bodhisattva
Está muy bien que la práctica legítima y fructífera del bodhisattva pueda darse en medio de una vida laica comprometida, al menos en teoría, pero ¿cómo se supone que debemos lidiar con el estrés moral del que estaba hablando antes? Lo ideal sería que el bodhisattva no causara más daño que un monje completamente ordenado. En el pasaje del Sutra del Diamante que me gusta citar (traducido por Red Pine) dice:
“…aquellos que ahora quieran emprender el camino del bodhisattva deberían dar a luz a este pensamiento: ‘Cualquier número de seres que existan en cualquier reino de existencia que pueda existir, ya sea que nazcan de un huevo o de un útero, del agua o del aire, tengan forma o no, tengan percepción o no tengan percepción… en cualquier reino concebible de existencia que uno pueda concebir, en el reino del nirvana completo los liberaré a todos’”.[i]
Seguramente, si estás haciendo un voto para liberar a todos los seres, lo último que querrías hacer es lastimarlos, o permitir que los lastimen, o ser cómplice de su sufrimiento.
Los cuatro votos del bodhisattva son liberar a innumerables seres, acabar con las inagotables ilusiones, entrar en todas las puertas ilimitadas del Dharma y encarnar por completo el insuperable Camino del Buda. La imposibilidad de estos votos está incorporada en ellos. Como bodhisattvas, vivimos según estos votos sin esperar nunca completarlos, pero significan que no hay ninguna situación en todo el mundo que podamos concluir que “no es mi problema”. Incluso si está claro que no hay nada que podamos hacer para ayudar, los seres que sufren no están excluidos de nuestro voto. El maestro Rinzai Genjo Marinello Roshi reformula la primera parte del voto del bodhisattva como “un Gran Voto para cuidar de todos los seres grandes y pequeños, animados e inanimados”. [ii]
Me parece que el camino de un bodhisattva es inevitablemente uno de estrés moral. Las situaciones cambian, se deben tomar decisiones, los seres vivos impredecibles requieren una respuesta. Es una ilusión que podamos alcanzar un cierto nivel de comprensión y perfección moral y sentirnos para siempre en paz con todas nuestras acciones, sabiendo con certeza que nuestras elecciones siempre maximizan el beneficio y minimizan el daño. La mayor parte del tiempo, ni siquiera podemos predecir cuál será el resultado de nuestras acciones, especialmente cuando se trata de las respuestas de otras personas.
Si un bodhisattva se preocupa de todos modos, esto significa que a veces se preocupará, dudará o se arrepentirá, y sentirá dolor empático por aquellos que continúan sufriendo. Según la historia que compartí en el Episodio 56, Avalokiteshvara, el bodhisattva de la compasión, una vez se desanimó tanto cuando vio que sus eones de servicio incansable no habían disminuido el número de seres que sufren en el mundo que su cabeza se rompió en cien pedazos. Los budas recompusieron al bodhisattva, pero tomo esto como un comentario sobre cómo el bodhisattva hace votos de cuidar, y que el cuidado a veces puede ser estresante o incluso abrumador. No importa cuál sea nuestro nivel de realización espiritual, a veces será estresante o doloroso preocuparse por algo. Esa es la naturaleza de la vida. Nuestra disposición a preocuparnos de todos modos es nuestro regalo al mundo como bodhisattva.
¿Qué Significa “Hacer lo Mejor que Podamos”?
Aunque nunca podamos cumplir completamente los votos del bodhisattva, tenemos que hacer lo mejor que podamos. Por supuesto, ¿qué es lo mejor que podemos hacer? Esta es una de las principales fuentes de estrés para nosotros en el siglo XXI. Como somos parte de una red global infinitamente compleja de karma, casi cada detalle de nuestras vidas se presenta como una cuestión moral. Por ejemplo, ¿deberíamos comprar agua en una botella de plástico? Salvo en raras emergencias, la respuesta es no. Incluso cuando la botella se tira a un contenedor de reciclaje, las probabilidades de que realmente se recicle son escasas. Los microplásticos han invadido nuestro planeta, incluso nuestros cuerpos. Sin embargo, cuando ponemos la decisión de agregar una botella de plástico más a las montañas de plástico que usamos todos los días en el contexto de mil otras decisiones agotadoras que estamos llamados a tomar, comienza a parecer menos importante.
La mayoría de las personas que conozco que se esfuerzan por vivir lo más puramente posible dedican una enorme cantidad de tiempo y energía a su estilo de vida. Por lo general, lo hacen con gusto: renuncian a tener un automóvil y solo andan en bicicleta, se abstienen de viajar en avión, comen solo a base de plantas, se abstienen de todos los artículos de plástico y desechables e investigan el origen de todo lo que compran. De muchas maneras hermosas, este estilo de vida también simplifica tu vida, y es de esperar que todos vivamos más así en el futuro. Mientras tanto, muchos de estos esfuerzos pueden parecer como ir contracorriente. En algunos casos, hay costos: financieros o en nuestra capacidad para competir en la fuerza laboral o mantener relaciones con familiares y amigos. También puede ser desalentador trabajar duro para reducir el daño que hacemos en el mundo pero ver que muy pocos otros hacen esfuerzos similares.
Mirándolo de una manera, ponemos muchas excusas para no cambiar nuestros hábitos porque sabemos el daño que estamos haciendo pero no queremos hacer sacrificios. Mirándolo de otra manera, hay muchas razones para tener compasión y paciencia con las personas que intentan navegar por vidas tan cargadas de complejidad moral que apenas podemos movernos sin causar algún tipo de daño. ¿Podemos tener compasión y paciencia con nosotros mismos y con las personas moralmente estresadas que nos rodean? Nuestra idea de “lo mejor” que podemos hacer es a menudo sinónimo de nuestros ideales de no hacer daño alguno, cumplir los preceptos a la perfección y actuar de manera completamente desinteresada en todas las circunstancias, sin importar el riesgo o el sacrificio. ¿Y si lo “mejor” que podemos hacer se acerca mucho más a lo que realmente terminamos haciendo?
Practicar Mientras “Tomamos Atajos Morales”
En cada momento tenemos que tomar decisiones morales. Con suerte, como bodhisattvas, no causaremos daño de forma voluntaria o descuidada por razones mezquinas o egoístas. A menudo, tomaremos decisiones deliberadas que nos permitan hacer menos daño en el mundo, incluso si eso requiere sacrificio, adaptación o más dinero.
Otras veces, nos permitiremos “tomar atajos morales”: [iii] evitar información desalentadora sobre los efectos de nuestras acciones, disfrutar de lo barato y desechable, disfrutar de un artículo mientras intentamos no pensar en cómo se hizo o de dónde vino, o participar en actividades que enriquecen nuestras vidas (como viajar en avión o tener una mascota) aunque sepamos que tienen un impacto negativo significativo en nuestro medio ambiente. A veces nos sentiremos obligados a hacer algo que parece moralmente cuestionable para cuidar de nosotros mismos o de nuestros seres queridos, como permitirnos la ira, competir con otros por trabajos o recursos, realizar un trabajo que implique un nivel de duplicidad o vender productos de mala calidad o dañinos.
¿Podemos practicar incluso mientras estamos haciendo atajos morales? Al principio, “practicar” y “hacer sacrificios morales” pueden parecer mutuamente excluyentes. Sin duda, cuando hacemos un compromiso moral por nuestra propia comodidad, conveniencia, seguridad, ventaja o disfrute, estamos dándole la espalda a la práctica, ¿no es así? Por lo general, nos inventamos una excusa rápida (esto no es gran cosa, no es realmente dañino ni egoísta, no tengo otra opción) y luego tratamos de sacar el asunto de nuestra mente lo más rápido posible. O nos vemos a nosotros mismos tomando una decisión incompatible con nuestros propios ideales y nos dividimos extrañamente en nuestro interior: una parte de nosotros obstinadamente haciendo sacrificios morales, otra parte de nosotros incómodamente cocida en un sentimiento de culpa. Cuando nos resulta imposible vivir una vida completamente pura, ¿qué otras opciones tenemos?
¿Qué pasaría si tomáramos atajos morales conscientemente? Esto significaría mantener la conciencia de lo que estamos haciendo y de las decisiones que estamos tomando. Significaría tomar una decisión sobre lo que vamos a hacer en una situación dada y asumir la plena responsabilidad de nuestras acciones, sin poner excusas ni sentirnos culpables. Cargar con sentimientos de culpa por una elección que seguimos haciendo puede acabar siendo una excusa moral,[iv] que nos permite permanecer en la negación de nuestro comportamiento; creemos que mientras nos sintamos mal por nuestro comportamiento, no refleja nuestro verdadero carácter moral.
En lugar de refugiarnos en excusas o culpa, podemos abrirnos a toda la situación: la acción moralmente cuestionable, nuestras motivaciones, nuestros ideales, las probables repercusiones de nuestras acciones o cualquier resultado que se despliegue ante nosotros, nuestros miedos, culpa, tristeza y empatía. Sentimos el plástico de la botella de agua bajo nuestros dedos, la frescura refrescante del agua, tomamos nota del contenedor lleno de plástico de un solo uso donde lo desechamos y las botellas de plástico en la cuneta que otros han dejado allí. Cuando nos vienen a la mente imágenes de contaminación plástica o estadísticas sobre la cantidad de plástico que acabamos de ingerir, no las rechazamos ni nos detenemos en ellas, como en zazen.
En medio de un esfuerzo consciente por evitar un problema moral, seguiríamos preocupándonos. Puede sonar un poco loco, pero es posible. Si toda la situación suena moralmente ambigua, lo es, pero no más ambigua que hacer la misma acción y justificarla con excusas o culpa. Si todavía nos preocupamos, abiertamente y sin ponernos a la defensiva, es más probable que percibamos los efectos de nuestras acciones. Esas percepciones pueden afectar nuestras elecciones futuras. Si actuamos mientras nos preocupamos, es posible que experimentemos tristeza, arrepentimiento y gratitud. Así es exactamente como debería ser. Estamos tomando algo del mundo para nosotros mismos, y esto a menudo causa daño a seres grandes y pequeños, animados e inanimados, o priva a otros de alguna manera. Cuando hacemos esto, debemos reconocer la situación y apreciar y cuidar lo que hemos tomado. Después de todo, somos uno de los seres, grandes y pequeños, que están bajo el cuidado amoroso del bodhisattva.
¿Estrés Moral sin Dukkha?
Para concluir, volvamos a la pregunta central planteada por Sofi (ver la Parte 1 de este episodio): ¿Cómo podemos deshacernos de dukkha –insatisfacción, malestar o sufrimiento– incluso mientras tomamos atajos morales? Puede sonar agotador y miserable tomar atajos morales de manera consciente de la manera que he descrito, pero es posible lograr una paz profunda y auténtica en medio de tal esfuerzo.
La realidad con R mayúscula es simplemente lo que es: no es tan desalentadora, estresante o deprimente cuando dejamos de lado los apegos a nuestras opiniones, incluyendo:
- nuestra creencia de que es posible vivir como un bodhisattva sin estrés moral y, por lo tanto, que deberíamos estar sin estrés moral si vivimos y practicamos correctamente;
- nuestra esperanza de que algún día finalmente reuniremos la fuerza moral para vivir una vida completamente pura y nuestro estrés moral terminará;
- y la creencia de que vivir una vida que inevitablemente implica tomar atajos morales significa que no podemos practicar de manera plena y sincera.
Si podemos dejar de lado, aunque sea temporalmente, estas opiniones y percibir la Realidad sin el filtro que imponen, dukkha desaparece. Dukkha surge debido a nuestra resistencia a cómo son realmente las cosas: un nivel de sufrimiento añadido a cualquier dolor, tristeza o estrés que estemos experimentando. El dolor, la tristeza y el estrés no son el problema en sí mismos. No disfrutamos sintiendo estas cosas, pero cuando lo hacemos, son las consecuencias naturales de la vida y se equilibran con la gratitud, la alegría y el asombro. Cuando nos permitimos sentir dolor, tristeza y estrés sin aferrarnos a la idea de que, de alguna manera, deberíamos ser capaces de vivir sin malestar, nuestra experiencia es más sencilla, más limpia, menos problemática, incluso conmovedora. No es fácil vivir una vida moderna del siglo XXI como bodhisattva, pero es mucho más fácil si puedes liberarte de la convicción de que “las cosas no deberían ser así”, incluso si solo puedes saborear esa libertad de vez en cuando.
Sin embargo, recuerda que hay una gran diferencia entre tomar atajos morales de manera consciente y darnos permiso para ser descuidados, descuidados y egoístas. Aun así, hacemos todo lo posible por minimizar el daño que hacemos, dejar de lado el egoísmo y beneficiar a todos los seres. Adoptar la práctica de tomar atajos de manera consciente no es una forma de evitar las decisiones difíciles, la responsabilidad kármica o el estrés moral. En cambio, es una forma de habitar esas experiencias por completo. La práctica Budista Mahayana no se trata de alcanzar la pureza, se trata de preocuparse por todos y por todo.
Referencias
[i] Pine, Red. Zen Roots: The First Thousand Years. Anacortes, Washington: Empty Bowl Press, 2020.