Category: Textos Budistas ~ Translator: Claudio Sabogal
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Uno de los escritos más queridos del maestro Zen Dogen es un ensayo relativamente corto llamado “Sansuikyo”, o el Sutra de las montañas y las aguas. En este episodio, reflexiono sobre dos aspectos de este trabajo: la afirmación de que las montañas y las aguas son, en sí mismas, palabras de Buda, y la imaginería fantástica de “montañas caminando”. Solo cubro unos pocos párrafos del Sansuikyo, pero es suficiente para abrir una profunda indagación espiritual.
Contenido
- La Primera Sección del Sutra de las Montañas y el Agua
- Llegar al Significado del Sutra de las Montañas y las Aguas
- Las Montañas y las Aguas SON Sutra
- Las Montañas Caminan
La Primera Sección del Sutra de las Montañas y el Agua
El Sutra de las Montañas y las Aguas es un ensayo relativamente breve de Dogen, el maestro Zen japonés del siglo XIII. Es una docena de ensayos, o fascículos, incluidos en la colección de escritos de Dogen llamada Shobogenzo, o Tesoro del Verdadero Ojo del Dharma. Hay muchos lugares en el Shobogenzo donde Dogen usa imágenes de la naturaleza (hay un fascículo llamado “Sonidos del Valle, Colores de la Montaña” y uno llamado “Flores del Ciruelo), pero el Sutra de las Montañas y las Aguas es el favorito de muchos – sospecho que en en gran parte a la forma en que hace de la naturaleza el personaje principal del ensayo.
Como ya mencioné, en este breve episodio no voy a poder resumir el mensaje de Sansuikyo, y mucho menos explorar el texto completo. De hecho, Shohaku Okumura ha escrito un libro completo sobre este único ensayo, titulado The Mountains and Waters Sutra. A Practitioner’s Guide to Dogen’s “Sansuiko”. Te llevaré a una incursión inicial en los primeros párrafos del texto, pero me gusta pensar que demostraré una forma de abordarlo que podrías continuar por tu cuenta.
Para comenzar, leeré los tres primeros párrafos del Sansuikyo traducido por Carl Bielefeldt, la versión que usa Okumura en su libro:
Estas montañas y aguas del presente son la expresión de los antiguos budas. Cada uno, permaneciendo en su propio estado de Dharma, cumple virtudes exhaustivas. Porque son las circunstancias “previas al kalpa del vacío”, son esta vida del presente; porque son el yo “antes de la germinación de cualquier signo sutil”, son liberados en su actual ocurrencia. Dado que las virtudes de la montaña son altas y amplias, el poder espiritual de cabalgar sobre las nubes siempre se domina desde las montañas, y la maravillosa capacidad de seguir el viento se libera inevitablemente de las montañas.
El Preceptor Kai del Monte Dayang se dirigió a la asamblea y dijo: “Las montañas azules caminan constantemente. La mujer de piedra da a luz a un niño en la noche.”
Las montañas no carecen de sus propias virtudes; por lo tanto, están constantemente en reposo y caminando constantemente. Debemos dedicarnos a un estudio detallado de esta virtud de caminar. Dado que el andar de las montañas debe ser como el de las personas, uno no debe dudar de que las montañas caminan simplemente porque puede parecer que no caminan como los humanos.[I]
Llegar al Significado del Sutra de las Montañas y las Aguas
Podrías suponer que los maestros Zen, o, al menos, maestros Zen como Shohaku Okumura, que hablan Japonés e Inglés con fluidez, saben de lo que habla Dogen, aunque tú no lo sepas. Sin embargo, ese no es realmente el caso. Okumura escribe que aunque ha estado estudiando Dogen durante 45 años:
Los escritos de Dōgen son extremadamente difíciles. Incluso en Japón, cuando estudiamos los escritos de Dōgen, comenzamos con comentarios y traducciones al japonés moderno. Dōgen vivió hace ochocientos años. Para un japonés moderno, leer Dōgen es como un occidental que lee literatura inglesa del siglo XIII mezclada con Latín y Griego. Además de esta barrera del lenguaje natural, Dōgen a menudo ignoraba o tergiversaba intencionalmente la gramática china y japonesa para expresar su perspectiva única sobre términos o expresiones conocidas. Para comprender sus escritos necesitamos una amplia gama de conocimientos sobre las enseñanzas Budistas y la literatura Zen, pero eso no es suficiente. También necesitamos entender su enseñanza a través de la práctica de zazen y otros aspectos de la tradición Sōtō Zen. [II]
Si entender a Dogen es tan difícil, ¿cómo puede el practicante promedio comprometerse significativamente con sus escritos? Podríamos saltarnos la lectura de Dogen por completo, pensando que no tenemos tiempo para cosas que son tan desafiantes. O podríamos leerlo sin tratar de entenderlo, simplemente dejando que las palabras nos atraviesen sin preocuparnos por lo que significan o por qué Dogen las eligió. Este enfoque receptivo pero pasivo está bien, pero es poco probable que nos ayude a obtener acceso a la enseñanza profunda que Dogen estaba tratando de expresar con sus palabras cuidadosamente elegidas.
Por otro lado, podríamos estudiar académicamente los escritos de Dogen. Podríamos aprender Japonés, realizar estudios de Dogen en una universidad Budista japonesa, investigar imágenes y poesías antiguas chinas y Budistas japonesas, y estudiar todos los textos relacionados y las enseñanzas a las que Dogen hace referencia en sus escritos… y aún el significado más profundo podría eludirnos. En su libro, Okumura escribe: “De alguna manera, aunque no entendamos [un pasaje de Dogen], suena hermoso, muy poético. Queremos entender. Esta sed de comprender es un deseo; se interpone en el camino de nuestro encuentro con el texto.”[II]
He dicho antes que los escritos de Dogen se abordan mejor como poesía, y un poema de Billy Collins capta perfectamente lo que quiero decir:[IV]
Introducción a la poesía
Les pido que cojan un poema
y lo sostengan a la luz
como a una diapositiva a color
o que aprieten un oído contra su panal.
Digo: soltar un ratón en un poema
y observar cómo busca la salida,
o caminar al interior de la habitación del poema
y palpar las paredes en busca de un interruptor.
Quiero que hagan esquí acuático
sobre la superficie del poema
saludando al nombre del autor en la orilla.
Pero todo lo que quieren hacer
es atar el poema a una silla con una cuerda
y torturarle hasta sacarle una confesión.
Comienzan a golpearle con una manguera
para descubrir lo que realmente significa.
La manzana que asombró Paris 1988 Traducción de Julio Mas Alcaraz
Collins describe bellamente, aunque poéticamente, lo que significa involucrarse con un texto de una manera imaginativa, lúdica, curiosa y respetuosa mientras se abstiene de adoptar un enfoque puramente intelectual y contundente para extraerle significado. Otra forma de pensar en el compromiso creativo con un texto es “soñar” su camino hacia él. Imagina que te encuentras en un sueño en el que, en cierto sentido, las montañas son como personas, y se discute seriamente la forma en que caminan. Imagínate en un sueño donde una mujer de piedra da a luz. Más tarde, después de que te despiertes, estas cosas pueden parecerte extrañas, pero dentro del contexto del sueño todo tenía sentido. Si podemos soñar nuestro camino hacia el paisaje que Dogen describe para nosotros, podemos ser informados, influenciados o tocados, incluso si es de una manera que no podemos expresar con palabras.
Intentaré un compromiso creativo con algunas líneas de Sansuikyo ahora, por lo que llamo a este episodio reflexiones sobre Sansuikyo, en lugar de una explicación de Sansuikyo.
Las Montañas y las Aguas SON Sutra
Estas montañas y aguas del presente son la expresión de los antiguos budas.[V]
Esta línea esencialmente reafirma el nombre del ensayo mismo: Sansuikyo, o Montaña (SAN) – Agua (SUI) – Sutra (KYO). En su libro, Shohaku Okumura explica:
Este capítulo de Shōbōgenzō no es un sūtra sobre montañas y aguas. Más bien, Dōgen dice que las montañas y las aguas son en sí mismas sūtra: exponen incesantemente las enseñanzas de Buda.[VI]
En el Budismo, la palabra “sutra” significa un “discurso del Buda”. [vii] El Sansuikyo, entonces, no es –como dice Okumura– un sutra que usa montañas y aguas como tema o metáfora, sino un texto sobre cómo las montañas y las aguas son, en sí mismas, sutra. Un mejor título podría ser el “Sutra de las Montañas y las Aguas”.
La primera línea del texto no dice “sutra”, sin embargo, dice que las montañas y las aguas son la “expresión de los viejos budas”. Técnicamente hablando, un “sutra” contiene las palabras de Buda-con-B-mayúscula, o Buda Shakyamuni. Sin embargo, en el Zen se venera a muchos de nuestros antepasados del Dharma por haber despertado y, por lo tanto, se les llama cariñosa y respetuosamente “viejos budas” (con “b” minúscula). Valoramos la “expresión de los antiguos budas” tanto como los sutras que citan a Shakyamuni.
Ahora supongamos que “montañas y aguas” se refiere a la naturaleza en general, es decir, todo lo que hay en el mundo que no está planificado ni controlado por los seres humanos.
Cuando escuchamos que la naturaleza es la “expresión de los viejos budas”, ¿qué pensamos? Los viejos budas son personas despiertas del pasado que nos dejaron un rastro a seguir para que podamos despertarnos a nosotros mismos. Tal vez los viejos budas amaban la naturaleza. Cuando nos comunicamos con la naturaleza, nos comunicamos indirectamente con ellos, al igual que visitar un hogar de la infancia podría ayudarnos a sentirnos conectados con seres queridos perdidos hace mucho tiempo. Tal vez las palabras y las frases sean inadecuadas para expresar lo que los antiguos budas tienen que decir, por lo que prefirieron usar metáforas extraídas de la naturaleza. Tal vez las montañas y las aguas (y los peces, las flores y las nubes) evoquen algo indescriptible en nosotros, algún sentimiento de conexión, de lo inefable, de perfección y plenitud, o talidad, e imaginamos que cuando los viejos budas se sentaron junto al mismo arroyo de la montaña, sentimos lo que estamos sintiendo ahora.
Sin embargo, ninguna de estas formas de explicar por qué las montañas y las aguas son la “expresión de los viejos budas” da en el blanco. Proponer explicaciones intelectuales para las palabras de Dogen, incluso si las explicaciones apuntan hacia experiencias espirituales, es inadecuado.
En lugar de eso, debemos tratar de encontrarnos con el texto más íntimamente, de luchar con él con seriedad. Dogen dice que las montañas y las aguas que experimentas aquí y ahora son la expresión de los antiguos budas. ¿Qué puede significar esto? Los viejos budas son personas que vivieron en el pasado. ¿Cómo pueden estar expresando algo aquí y ahora? ¿Están viajando en el tiempo? ¿O las montañas y las aguas no han cambiado desde la época de los antiguos budas hasta ahora? Las palabras de Dogen desafían nuestro sentido del tiempo, como sucede a menudo.
La naturaleza es todo lo que no está planificado o controlado por los seres humanos, por lo que no tiene sentido que los antiguos budas reclamen montañas y aguas, usándolos como expresión. ¿Qué hace que las montañas y las aguas sean una expresión de los seres humanos? Quizás la naturaleza tiene su propio mensaje, su propia expresión, pero ¿qué tendría que ver esa expresión con los seres humanos que sufren, practican, despiertan y luego enseñan a otros? El Camino de Buda se trata de seres humanos que se liberan del sufrimiento autoimpuesto. ¿A la naturaleza le importa eso?
Estas preguntas no están destinadas a estimular el intelecto y fomentar la especulación o el filosofar, sino que están destinadas a ayudarnos a darnos cuenta de hasta qué punto no entendemos realmente de qué está hablando Dogen.
Ahora imaginemos que nos adentramos en un mundo de sueños, donde los parámetros habituales de la realidad se pueden estirar o desafiar. ¿Qué pasaría si los budas se dieran cuenta de que los seres humanos no somos más que naturaleza? ¿Qué pasa si despertar implica darse cuenta de que pensamos que estamos a cargo pero no lo estamos… cómo imaginamos nuestra separación pero de hecho somos infinitamente vulnerables, abiertos, como si no tuviéramos piel… cómo las aguas son nuestra sangre y las montañas son nuestros huesos… ¿Cómo expresar la doctrina de la iluminación a través de un río no implica apoderarse del río para pequeños propósitos humanos sino que en realidad es el medio de expresión más apropiado que el viejo buda pudo encontrar?
Las Montañas Caminan
Saltando un poco adelante:
Las montañas azules están constantemente caminando.[VIII]
Esta es probablemente la imagen más famosa de este ensayo, quizás porque, en la superficie, es muy absurda.
Sabemos, científicamente hablando, geológicamente, que las montañas se mueven gradualmente. ¿Es de eso de lo que habla Dogen? No. Sin embargo, la verdad que buscamos no necesariamente excluye una manifestación física y geológica. ¿Está Dogen hablando de cómo las montañas permanecen físicamente quietas, más o menos, pero se mueven a través del tiempo? No. Nuevamente, esto puede ser así, pero tal explicación sigue siendo intelectual.
¡No queremos intelectualizar… no queremos atar esta enseñanza a una silla y golpearla con una manguera! Y sin embargo, si no involucramos las palabras, ¿de qué sirven? ¿Por qué Dogen eligió la palabra “caminar”? ¿Qué es caminar? Así es como se mueven la mayoría de los seres, los seres humanos. No estamos enraizados en un lugar como una planta, ni pegados a un sustrato como un hongo. Podemos movernos voluntariamente. Cuando las condiciones cambian, o necesitamos algo, podemos alejarnos de las cosas o acercarnos a las cosas.
Podríamos considerar caminar como una manifestación de nuestra humanidad e individualidad: de nuestro libre albedrío, nuestra inteligencia, nuestra capacidad para actuar, nuestra habilidad para movernos de manera independiente. La primera manifestación de tal humanidad e individualidad después de nacer es pedir ayuda verbalmente (llorar) y alcanzar cosas con nuestras manos… pero tan pronto como somos físicamente capaces, ambas cosas se subordinan al acto de caminar hacia lo que queremos bajo nuestro propio poder, y luego alcanzarlo.
¿En qué sentido caminan las montañas? Las montañas son una manifestación de la naturaleza que parece no tener la capacidad de moverse, y mucho menos moverse deliberadamente. Las montañas no tienen cerebro ni sistema nervioso para manifestar conciencia, voluntad, planificación o intención. Tenga en cuenta que, más adelante, Dogen dice muchas cosas sobre las aguas en este ensayo, pero elige montañas cuando habla de caminar. No puedo saberlo, pero sospecho que tomó esta decisión porque sería muy fácil que nos confundiésemos si hablara de las aguas que caminan. “¡Oh!” Pensando en el movimiento de los arroyos y ríos, o en las olas del océano, diríamos: “¡Las Aguas se mueven constantemente!”.
Pero Dogen no nos da eso. Son montañas que están caminando. Por supuesto, advierte, un poco más tarde en Sansuikyo: “Dado que el andar de las montañas debe ser como el de las personas, uno no debe dudar de que las montañas caminan simplemente porque puede parecer que no caminan como los humanos”. También nos pide que “nos dediquemos a un estudio detallado de esta virtud de caminar”.[IX]
Mientras contemplamos los paseos por la montaña, Dogen nos da una pista: “Las montañas no carecen de sus propias virtudes; por lo tanto, están constantemente en reposo y constantemente caminando”.
Las montañas no carecen de sus propias virtudes… Entiendo que esto significa que las montañas que caminan no son otras montañas, no son montañas metafóricas. Está hablando de montañas reales: roca y suelo empujados desde debajo de la corteza terrestre por fuerzas inmensamente poderosas. Las montañas que pisamos, las que vemos a lo lejos, las que recogen la nieve que se derrite y nos proporciona agua.
Están constantemente en reposo y constantemente caminando. ¿Qué clase de caminata pueden hacer tales montañas? Definí caminar como un movimiento voluntario. No deberíamos quedarnos atascados imaginando cómo un montículo de roca gigante e inanimado puede moverse voluntariamente como lo hace un humano. En cambio, tal vez deberíamos examinar nuestro propio andar. ¿Quizás nuestro propio andar no es lo que pensamos? Dogen nos da una pista un poco más adelante:
Dudar del caminar de las montañas significa que uno todavía no conoce su propio caminar. No es que no se ande sino que todavía no se sabe, no se ha aclarado, ese andar. Aquellos que quieran conocer su propio andar deben también conocer el andar de las montañas azules. Las montañas azules no son sensibles; no son insensibles. Nosotros mismos no somos sintientes; no somos insensibles. No podemos tener dudas acerca de estas montañas azules caminando.[X]
Cuando caminas, ¿qué está pasando? Imaginamos que hay un “Yo Ejecutivo” dentro de nuestra cabeza, uno que percibe, evalúa, hace un plan, dirige el caminar y luego experimenta todo lo que encontramos mientras caminamos. Asumimos que este Yo Ejecutivo dirige igualmente todo en nuestra vida, incluyendo nuestra práctica. Las enseñanzas nos dicen que esto es una ilusión, pero es extremadamente difícil dejar ir nuestra convicción sobre esto. ¿Cuál es la alternativa? ¿Ser insensible? ¿Una máquina biológica? ¿Para no existir? ¿No tener libre albedrío? ¿Ser nada mejor que una montaña, un montículo de roca sin vida?
Pero a medida que gradualmente abrimos nuestras mentes, podemos percibir cosas que nunca antes habíamos concebido.
Caminar es una manifestación de nuestra fuerza vital. Estamos vivos, podemos responder. ¿Qué tipo de andar ni siquiera depende del movimiento? ¿Qué tipo de asidad ni siquiera depende de la actividad voluntaria? ¿Qué tipo de asidad compartimos con una montaña? Tal vez esa asidad es realmente mucho más lo que somos que el pequeño yo con el que nos identificamos, caminando y actuando en base a una agenda individual?
Me gusta pensar que las palabras de Dogen no pretenden enseñarnos nada, que no contienen ninguna respuesta del tipo que estamos acostumbrados a buscar y encontrar. En cambio, las palabras de Dogen nos invitan, persuaden y desafían, animándonos a emprender una aventura espiritual. En un nivel profundo, sabes lo que Dogen quiere decir con ” montañas caminan “.
Sin embargo, si alguna vez llegamos a una conclusión y decimos: “¡Ah, eso es las montañas caminan!” Estamos equivocados. O tal vez tengamos un poco de la verdad, pero ahora la hemos atado a una silla. Si decimos: “Nunca podré entender cómo caminar por las montañas”, estamos equivocados y nos alejamos de la oportunidad de nuestra vida. Aunque no podemos capturarlo, podemos conocerlo.
Referencias
[I] Okumura, Shohaku. The Mountains and Waters Sutra: A Practitioner’s Guide to Dogen’s “Sansuikyo” (p. 29). Wisdom Publications. Edición Kindle.
[II] Ibid (p. 42)
[III] https://www.poetryfoundation.org/poems/46712/introduction-to-poetry
[IV] Collins, Billy. The Apple that Astonished Paris. University of Arkansas Press, 1996.
[V] Okumura, Shohaku. The Mountains and Waters Sutra: A Practitioner’s Guide to Dogen’s “Sansuikyo” (p. 29). Wisdom Publications. Edición Kindle.
[VI] Ibid (p. 15)
[VII] Fischer-Schreiber, Ingrid, Franz-Karl Ehrhard and Michael S. Diener (Michael H. Kohn, Translator). A Concise Dictionary of Buddhism and Zen. Boston: Shambala Publications, 2010. (Original copyright 1991.)
[VIII] Okumura, Shohaku. The Mountains and Waters Sutra: A Practitioner’s Guide to Dogen’s “Sansuikyo” (p. 29). Wisdom Publications. Edición Kindle.
[IX] Ibid
[X] Ibid (p. 30)