212 - La Sabiduría del Juego
214 – ¿Cómo Haces Tú Zazen, De Todos Modos?

Category:  Práctica Budista ~ Translator: Claudio Sabogal

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La enseñanza central del Zen es que comprender la verdadera naturaleza del yo es de suma importancia para vivir una vida liberada, compasiva, generosa, sabia y hábil. El examen consciente de un tema como el yo implica clásicamente algo parecido a la deconstrucción; una vez que reconocemos las partes que lo componen, nuestro sentido de que es una cosa o una fuerza monolítica se ve socavado. Analizo el “yo” en seis aspectos y discuto cómo cada uno de ellos se relaciona con nuestra práctica.

Contenido

Algunas Definiciones del “Yo”
El Primer Aspecto del Yo: la Individualidad
El Segundo Aspecto del Yo: la Conciencia
El Tercer Aspecto del Yo: el Interés Personal
El Cuarto Aspecto del Yo: la Conciencia del Ser
El Quinto Aspecto del Yo: Nuestra Agenda
El Sexto Aspecto del Yo: la Creencia en un “Yo” Ejecutivo
Despertar al Vacío de Nuestro “Yo” Ejecutivo
Conclusiones Sobre los Seis Aspectos del Yo

 

La enseñanza central del Zen es que la comprensión de la verdadera naturaleza del Yo es de suma importancia para vivir una vida liberada, compasiva, generosa, sabia y hábil. Esta “comprensión”, por supuesto, no es sólo intelectual. Dado que no somos otra cosa que nuestro yo, podemos comprender su naturaleza a través de nuestra experiencia directa y personal.

Pero, ¿cómo podemos comprender la verdadera naturaleza del yo? Muchos estudiantes de Zen se sienten un poco abrumados y confundidos por la aparente obsesión de nuestra tradición con el yo: la vacuidad del yo, la verdadera naturaleza del yo, el abandono del apego al yo, etc. Puede ser útil aplicar un antiguo método Budista a nuestro estudio: La atención plena. No me refiero a la atención que se presta en cada momento a la experiencia física (atención plena al cuerpo), sino a la atención plena aplicada a un aspecto importante de nuestra experiencia. Hablo de este tipo de atención plena en el Episodio 79 – Los cuatro fundamentos de la atención plena, con respecto al estudio cuidadoso y metódico de tu propia experiencia directa de cosas como los estados mentales, los factores positivos de la iluminación y el surgimiento y la desaparición de dukkha.

En muchos casos, el examen consciente de un tema implica algo parecido a la deconstrucción de nuestra experiencia. Por ejemplo, podemos etiquetar algo con facilidad como “ira”, pero si miramos de cerca nuestra experiencia de esta emoción, tiene muchos aspectos diferentes: Sensaciones físicas, hormonas del estrés, narrativas mentales, energía de los hábitos, un impulso de protección y mucho más. Una vez que reconocemos las partes que componen algo, nuestro sentido de que es una cosa o fuerza monolítica se ve socavado.

Del mismo modo, si deconstruimos el yo de forma metódica, puede que al menos nos invite a considerar la naturaleza del yo de una forma totalmente nueva. En este episodio voy a realizar una deconstrucción del yo y a dejaros con las distintas piezas para que las contempléis.

 

Algunas Definiciones del “Yo”

Inevitablemente, por muy maduros y nobles que seamos, por mucha práctica que hagamos, ¡el yo es lo más importante para nosotros! El yo es nosotros, y como nos movemos por el mundo de forma autónoma a cualquier otro yo, estamos en el centro de nuestro propio mundo.

Sin embargo, si realmente lo pensamos, el yo es difícil de definir. Creo que esto se debe principalmente a que nos referimos a un montón de cosas diferentes al utilizar los términos “yo” y, por lo tanto, desafía una definición única y clara.

Dejemos que Dictionary.com ofrezca algunas definiciones para empezar:[I]

  1. persona o cosa referida con respecto a la individualidad completa: el propio yo.

  2. naturaleza, carácter, etc. de una persona: su mejor yo.

  3. interés personal.

  4. Filosofía:
    a) el ego; lo que conoce, recuerda, desea, sufre, etc., en contraste con lo conocido, recordado, etc.
    b) el principio unificador, como alma, que subyace a toda experiencia subjetiva.

 

Los sinónimos de “yo” incluyen individuo, ser, identidad y personalidad

Mientras analizo los distintos aspectos del yo, voy a evitar utilizar el término “yo” en los términos que elijo para sus distintos aspectos. Quiero evitar llenar tu mente con el concepto amorfo pero expansivo del yo que va unido al término, un concepto que, a pesar de su vaguedad y naturaleza problemática, tendemos a pensar que entendemos completamente. Hay que tener en cuenta que mis seis aspectos del yo no se corresponden directamente con ninguna lista Budista tradicional. Mi lista tiene cierto parecido con los Cinco Skandhas (ver Episodio 108 – Enseñanzas de Buda 14: Los Cinco Skandhas como Enfoque Para la Práctica del No-Yo) pero no coincide exactamente. Eres bienvenido a discrepar con la forma exacta en que analizo los diferentes aspectos del yo; lo importante es contemplar el asunto y ver si alguno de tus puntos de vista o suposiciones son cuestionados.

 

El Primer Aspecto del Yo: La Individualidad

El individuo es la unidad fundamental de la vida en el sentido de que un individuo puede diferenciarse de otros seres y no puede descomponerse más en partes constitutivas sin perder la vida.

Nuestra individualidad es real, tangible e innegable. Nuestro cuerpo único, autónomo y separado es nuestra manifestación en la dimensión dependiente del tiempo, el espacio y la causalidad. Ningún otro individuo comparte exactamente nuestras percepciones, pensamientos, emociones, intenciones o fortunas. Acabamos teniendo características, habilidades, tendencias, relaciones, posesiones, experiencias y recuerdos únicos. La fascinante realidad de la individualidad define nuestra vida, haciéndonos simultáneamente interdependientes con todas las cosas y conmovedoramente separados de todas ellas.

No hay forma de escapar a este tipo de individualidad, y no es necesario. La individualidad forma parte de lo que significa ser humano, ¡o ser cualquier forma de vida! El Budismo no niega en absoluto la realidad de nuestra individualidad. De hecho, nos exige que la aceptemos y seamos responsables de ella mediante una conducta moral, compasiva y hábil.

 

El Segundo Aspecto del Yo: La Conciencia

Mientras estamos vivos, somos conscientes de alguna manera. El alcance y la naturaleza de esa conciencia pueden cambiar dependiendo de las condiciones -como cuando estamos dormidos, o leyendo una buena novela, o totalmente ocupados en una tarea-, pero siempre hay cierta conciencia de algo. Tal vez se pueda considerar que la vitalidad es un sinónimo de la conciencia.

La conciencia de las cosas que nos rodean, y de las cosas de nuestro propio cuerpo y mente, nos permite responder al mundo y tomar las medidas adecuadas para cuidar el bienestar de nuestra individualidad. Pero el valor de la conciencia no reside únicamente en su utilidad, sino que también nos permite apreciar el hecho de estar vivos.

La conciencia, en su sentido más básico, es quizás el aspecto del ser que más se asemeja a nuestra verdadera naturaleza, en el sentido de que es como si la conciencia fuera el resultado de una fuerza vital universal que se manifiesta en y a través de nuestra individualidad. “Nuestra” conciencia no es fundamentalmente diferente de la conciencia tal y como se manifiesta en cualquier otro ser, o de cualquier otra manera. Sin embargo, nuestra verdadera naturaleza del ser no es la naturaleza del ser, así que idealmente ni siquiera la equiparamos con “nuestra” conciencia.

 

El Tercer Aspecto del Yo: El Interés Personal

Lo fundamental para ser un individuo con conciencia es el sentido del interés personal. Esta unidad fundamental de la vida evolucionó con el instinto de conservarse, y luego de reproducirse. Si no lo hubiera hecho, ¡se habría extinguido hace mucho tiempo!

Así pues, tenemos sentimientos -según el Budismo, los más básicos de atracción, aversión e indiferencia-. Al encontrarnos con las cosas, nuestra individualidad ha evolucionado para acercarse a lo que parece beneficioso, alejarse de lo que parece amenazante e ignorar lo que no parece importarnos mucho. También tenemos instintos para buscar cosas como el refugio, las relaciones, el sexo, la comida, la seguridad, la comodidad y el estatus.

Nuestro interés personal nos surge constantemente. Por ejemplo, esta habitación está demasiado fría (o caliente). Esta forma de pasar mi tiempo vale la pena (o debería ir a hacer otra cosa). Me gusta la admiración de la gente porque me dice que estoy socialmente seguro. Busco esa posesión o experiencia porque es placentera.

Desde el punto de vista Budista, nuestro interés personal puede ser un factor motivador de algunos de nuestros comportamientos problemáticos, pero en sí mismo es lo que es. Es muy básico y sin complicaciones, y se manifiesta simplemente como atracción, aversión o indiferencia. Es sólo con la adición de los otros aspectos del yo que podemos realmente meternos en problemas – pero también tenemos la capacidad de practicar.

 

El Cuarto Aspecto del Yo: La Conciencia del Ser

No quise utilizar aquí el término “conciencia del yo” porque, como he mencionado antes, entonces nos imaginamos que nuestra conciencia del yo humana es la capacidad de ser conscientes de algo que llamamos el yo, que suponemos que es una cosa inherentemente real, duradera e independiente que es evidente y muy familiar para nosotros.

En su lugar, he elegido el término “ser”. He aquí algunas definiciones de “ser” en Dictionary.com: definiciones del ser [II]

1.

 el hecho de existir; la existencia (por oposición a la inexistencia).

2.

sustancia o naturaleza: de un ser tal que despierta temor.

3.

algo que existe: seres inanimados.

4.

una cosa viva: seres extraños y exóticos que viven en las profundidades del mar.

Cuando se trata de nuestra conciencia del ser, la pieza crítica es que somos conscientes de ser un individuo que persiste en el tiempo.

Podemos entender mejor la naturaleza de la conciencia de ser si comparamos nuestra experiencia con la de un animal. Ahora bien, para ser justos, hay pruebas de que muchos animales tienen cierto grado de conciencia de ser (como los cuervos, que se dan cuenta de si otro cuervo está mirando cuando esconden su comida y, en consecuencia, vuelven a mover su tesoro cuando el otro cuervo se ha ido). Es probable que algunos animales tengan más conciencia de ser que otros, pero creo que podemos concluir, por la relativa simplicidad de su comportamiento, que algunos animales viven prácticamente en el momento.

selfPor ejemplo, en una reciente excursión pude ver una pica ( conejos de roca). Se trata de un pariente increíblemente bonito del conejo, con orejas cortas. La pica vive en grandes montones de rocas en las montañas. Se asoman a los espacios seguros de las rocas y emiten un fuerte chillido que se suele escuchar, pero rara vez se ve uno. La pica que vi tenía obviamente individualidad, conciencia e interés personal. Si había sobrevivido hasta la edad adulta, fue después de al menos un año de búsqueda de comida, de hacer una guarida y de evitar a los depredadores. Sin duda, esta pica experimentó atracción, aversión e indiferencia en su vida cotidiana. Es probable que algunas cosas le resulten agradables (como el sabor de un nuevo brote de hierba tierna) y otras desagradables (como ser perseguida por un depredador).

Sin embargo, parece poco probable que la pica tenga conciencia de ser, una especie de meta-conciencia, no sólo de las cosas que ocurren ahora en el mundo y en su interior, sino una conciencia de ser un individuo que persiste en el tiempo. Probablemente, la pica no está sentada en su roca recordando el día de ayer, cuando comió una deliciosa hierba. Probablemente no se esté comparando con otros picas, rebosante de orgullo por la cantidad de vegetación que ha guardado en su madriguera para comer más tarde. Probablemente no esté pensando en el día de mañana, esperando que no haga demasiado calor.

 

El Quinto Aspecto del Yo: Nuestra Agenda

Esto me lleva al siguiente aspecto del ser: Nuestra conciencia del ser permite que nuestro interés personal se transforme en una agenda. A partir de nuestros sentimientos básicos de atracción y aversión, y de nuestras inclinaciones básicas e instintivas a la supervivencia y la reproducción, somos capaces de evaluar nuestro estado actual y hacer un plan para mantenerlo o mejorarlo.

Puedes ver por qué una agenda sería algo ventajoso para evolucionar. Ya no estamos limitados a nuestras respuestas instintivas: podemos contemplar nuestra situación y decidir almacenar mucha comida para el invierno, incluso si los signos externos sugieren uno suave. Podemos formar sociedades complejas en las que nuestra tasa de supervivencia aumente, pero en las que haya relaciones que navegar, en las que tengamos que imaginar lo que piensan los demás y actuar en consecuencia. Podemos innovar formas de hacernos más cómodos y seguros. No sabemos por qué evolucionó la conciencia de ser, pero desde el punto de vista de la selección natural, en realidad se trata de que podamos tener agendas que aumenten nuestra supervivencia y reproducción.

La palabra “agenda” tiene connotaciones bastante negativas, ya que sugiere actividades enérgicas y egocéntricas por parte de un individuo o grupo, que se llevan a cabo sin tener en cuenta lo que quieren los demás. Sin embargo, la definición del término -básicamente, un plan o una lista de cosas que hay que hacer para lograr un determinado objetivo- es neutral. Como aspecto del ser, nuestra agenda puede ser beneficiosa o perjudicial, y la mayoría de las veces nuestras agendas probablemente se sitúan en un punto intermedio. Una agenda beneficiosa puede ser ahorrar dinero para invertir en la educación de nuestros hijos. Una agenda perjudicial puede ser buscar venganza contra alguien que nos ha insultado.

Nuestra práctica Budista también puede verse como una agenda: Un plan para disminuir el sufrimiento propio y ajeno, y para cultivar la sabiduría y la compasión. Una parte fundamental de la práctica es tomar conciencia de nuestras agendas y notar dónde son beneficiosas y dónde no. Una agenda que es coherente con nuestros objetivos de práctica y con nuestras aspiraciones más profundas, y que también es eficaz para cumplir esos objetivos y aspiraciones, es lo que en el Budismo llamamos habilidad.

 

El Sexto Aspecto del Yo: La Creencia en un “Yo” Ejecutivo

Sin embargo, a menudo nos resulta difícil abandonar o cambiar algunas de nuestras agendas, o adoptar otras nuevas. Esto me lleva al sexto y último aspecto del yo según mi forma actual de deconstruirlo: La creencia en un “yo” ejecutivo. Como he discutido numerosas veces en el podcast, incluyendo el Episodio 151 – El Vacío del Yo y Por Qué es Importante, tenemos la creencia de que hay un “Yo” inherentemente existente, independiente y duradero detrás de todo lo que hacemos y experimentamos. Que dentro de nuestra individualidad, conciencia, interés personal, conciencia de ser y agenda hay una esencia, alma, testigo o actor inmutable.

Rara vez, si es que alguna vez lo hacemos, cuestionamos nuestro sentido del “Yo” Ejecutivo, y asumimos que no hace falta decir que nuestros otros aspectos del yo se desinflarían como globos vacíos si no fuera por el amo de la casa. Creemos que nuestro “Yo” Ejecutivo posee y experimenta los otros aspectos del yo, pero que existe, de alguna manera, separado de ellos, o al menos además de ellos, como una nueva sustancia milagrosa que surge de la combinación de otros ingredientes. Nos parece obvio que el Yo es Aquél que buscamos proteger y promover con nuestras agendas. Nuestro lenguaje refuerza nuestro sentido de ser con casi todas las afirmaciones que pronunciamos: Tengo individualidad, conciencia, interés personal, conciencia de ser y agendas. Experimento la conciencia y la conciencia de ser. Yo decido mi agenda y la pongo en práctica. Sin mí, estos otros aspectos del yo no tendrían sentido.

Nuestra creencia en un “Yo” Ejecutivo es un paso de abstracción más allá de la conciencia de ser, aunque ciertamente depende de la conciencia de ser. También es posible tener una agenda sin implicar una creencia en el “Yo” Ejecutivo, que es probablemente lo que experimentan algunos animales muy inteligentes que demuestran pena y altruismo. (Una agenda libre del “Yo” Ejecutivo es exactamente la meta del bodhisattva, a la que llegaré en un momento).

Una vez que añadimos el sentido del “Yo” Ejecutivo a nuestra vida, las cosas se complican mucho más. Ahora, cuando contemplamos el futuro y creamos nuestras agendas, imaginamos que nuestro “yo” duradero estará allí para sufrir los desastres o cosechar las recompensas. Mientras tanto, es el “Yo” quien se encarga de formar una agenda inteligente y llevarla a cabo, y las conclusiones que sacamos sobre la competencia de nuestro “Yo” Ejecutivo afectan profundamente a nuestra psique. El “Yo” se convierte en el sujeto de complejas narraciones sobre nuestras vidas, lo que nos lleva a un pensamiento autorreferencial compulsivo, a compararnos con los demás, a la ambición, al miedo y a la ansiedad por el futuro, y a lamentarnos por el pasado. Desarrollamos un sentido del yo extremadamente complejo y abstracto porque clasificamos todo lo que encontramos en las categorías “yo”, “mi”, “mío”, “no-yo” y “no-mío”.

Aquí es donde surgen nuestros problemas y donde creamos dukkha -insatisfacción o sufrimiento- para nosotros mismos. El dolor y la incomodidad no pueden evitarse a veces, pero dukkha es la miseria adicional que acumulamos en nuestra experiencia porque la comparamos con cómo queremos que sea. Supongo que es posible que un ser lo suficientemente complejo como para tener una agenda pueda sentirse frustrado cuando su agenda se frustra, incluso si no tiene un fuerte sentido del “Yo” Ejecutivo. Sin embargo, dudo que la insatisfacción a corto plazo de un ser así sea ni de lejos tan miserable como el dukkha que muchos seres humanos experimentamos cada día. Podemos crear dukkha en respuesta a algo tan sutil como la percepción de una microagresión que ocurrió hace una semana en el trabajo. O podemos sentir dukkha por cosas increíblemente abstractas o teóricas, como por ejemplo si pensamos en una decisión que tomamos cuando éramos adolescentes y que tuvo un impacto significativo en el curso de nuestra vida, y luego imaginamos los posibles resultados de una decisión diferente, y entonces concluimos que una decisión diferente nos habría hecho más felices, ¡y entonces sentimos insatisfacción con nuestra vida!

 

Despertar al Vacío de Nuestro “Yo” Ejecutivo

Lo curioso -o quizá trágico- es que nuestra creencia en un “Yo” Ejecutivo es una ilusión. A diferencia de todos los demás aspectos del yo, no existe. Nuestra sensación de él es muy real, pero esa sensación no apunta a nada en absoluto. No hay ningún maestro detrás del fenómeno de la individualidad, la conciencia, el interés personal, la conciencia de ser, o incluso nuestra agenda. Todos esos aspectos del ser funcionan perfectamente bien sin un director general (CEO). Esta es la enseñanza del Zen, la conclusión de la psicología moderna y algo verificable en nuestra propia experiencia directa.

Como ya he mencionado antes (Episodio 151 – La Vacuidad del Yo y Por Qué es Importante y 2019-03-15 Reseña del libro: Por qué el Budismo es Verdadero), en su libro Por Qué el Budismo esVerdadero, Robert Wright habla de experimentos que sugieren que nuestro sentido del “Yo” Ejecutivo evolucionó no tanto para dirigir nuestro pensamiento, decisiones y acciones, sino para explicar nuestro pensamiento, decisiones y acciones, a nosotros mismos y a los demás. En la evolución de los grupos sociales humanos y del lenguaje se hizo importante que nos presentáramos como actores racionales y fiables que tienen buenas razones para lo que hacen.

Lo bonito es que podemos reconocer que nuestro sentido del “Yo” Ejecutivo es sólo eso: un extraño fenómeno mental que hemos desarrollado para entrelazar todo aquello de lo que somos conscientes en una narración coherente. Es posible examinar y desafiar nuestro sentido del “Yo” Ejecutivo a través de la práctica y dejar de creer en su realidad inherente. A esto nos referimos cuando hablamos de despertar a la “vacuidad” del yo, en concreto, despertar al hecho de que no hay nada detrás de nuestra sensación de “Yo” Ejecutivo. Esta percepción es muy liberadora, porque el egocentrismo obsesivo ya no tiene sentido, y nos liberamos de las convincentes narrativas sobre el “yo, mí y lo mío” que suelen gobernar nuestras vidas y causar dukkha. Cuando somos capaces de soltar nuestra creencia en un “Yo” Ejecutivo, podemos crear y poner en práctica de todo corazón las agendas que hemos elegido hábilmente como bodhisattva, sin apegarnos a los resultados ni agonizar por cómo se relacionan con nosotros.

 

Conclusiones Sobre los Seis Aspectos del Yo

En conclusión, repasemos los seis aspectos del yo y cómo se relacionan con nuestra práctica:

1 – Individualidad – La unidad fundamental de la vida, no es un problema siempre que actuemos con moralidad y compasión

2 – Conciencia – Un componente encantador y necesario de la vida

3 – Interés personal – Una parte natural de ser un individuo consciente, que se manifiesta como atracción, aversión o indiferencia, y no es un problema en sí mismo

4 – Conciencia de ser – Conciencia de ser un individuo que persiste en el tiempo, una capacidad que hace posibles los aspectos quinto y sexto del ser

5 – Nuestra agenda – Planes que hacemos para conseguir las cosas que queremos, ya sean nuestros objetivos egoístas o desinteresados, superficiales o profundos, incluyendo la intención de hacer una práctica espiritual

6 – Creencia en un “Yo” Ejecutivo – Una creencia ilusoria de que hay un “yo” inherentemente existente y duradero que posee y dirige los otros aspectos del yo. Reconocer que nuestra sensación de “Yo” Ejecutivo es sólo un fenómeno mental es la clave para la liberación espiritual.

 

Afortunadamente, la creencia en un “Yo” Ejecutivo no es una cosa de todo o nada. Nuestra creencia puede ser extremadamente fuerte, incluso fanática, o puede suavizarse con el tiempo. Podemos llegar a un punto en el que sospechemos firmemente que nuestro sentido del “Yo” Ejecutivo es una ilusión -hasta el punto de que ya no confiamos mucho en él-, pero seguimos dudando de que podamos prescindir por completo de él. Me gusta llamar a esto un espectro que va de “más yo” a “menos yo”, o “un yo más ligero”.

Una forma de trabajar para desafiar tu creencia en un “Yo” Ejecutivo es trabajar para desidentificarte con tus agendas. De nuevo, no es que los planes sean intrínsecamente malos, pero cuando estamos apegados a ellos, es inevitablemente porque los percibimos como importantes para el bienestar del “Yo”.

Espero haberte dado algo para reflexionar con esta deconstrucción del yo.


 

Referencias

[I] https://www.dictionary.com/browse/self

[II] https://www.dictionary.com/browse/being

 

Créditos de la Fotografía

Imagen por Makieni777 de Pixabay

 

 

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